De cada 100.000 personas, solo una nace con el síndrome de Pfeiffer. Miguel es una de esas personas. Pero eso no lo define. Porque aunque nació con una condición genética que le complica la vista, la audición, la movilidad y hasta la forma de respirar, eligió vivir desde el amor, la humildad y la esperanza.

A sus 22 años y después de más de 29 cirugías, sigue superando retos que para otros parecerían insignificantes, pero que para él significan independencia, libertad y dignidad. Aprendió a peinarse solo hace 3 años. A ponerse la correa hace 5 meses. Y cada victoria es una celebración de la vida misma.

En la primaria le llamaban “el monstruo de un ojo”. Le robaban la lonchera, le hacían zancadilla. En secundaria, el rechazo fue más frío, más silencioso: la soledad. Pero en casa, tenía una mamá que le decía: “No dejes que el mundo te contamine de rencor”. Ella no pudo enseñarle todo, pero le enseñó lo más importante: a tener esperanza. A enfrentar el mundo con nobleza. A mirar hacia adentro para encontrar su valor.

Hoy, este joven —que un día pidió a un amigo que le enseñara a tomar el bus porque quería ser independiente— se ha convertido en un referente de amor propio, superación y conexión humana. “No soy lo que tengo. Soy lo que soy.” Y lo que es, es alguien que inspira, que impacta con sus palabras, que se valida desde el alma, que se ganó el respeto de todos a punta de autenticidad, servicio y sonrisa.

En este INSPIRA, conocerás a alguien que ha hecho de sus límites un trampolín. Que decidió que la inclusión no es que lo acepten, sino que lo amen. Que se ha entrenado más que nadie, no en un gimnasio, sino en la vida. Que cree que el mundo te ve como tú te ves, y por eso hoy lo miramos con admiración.

👉 Esta conversación no solo te tocará el corazón, te pondrá a reflexionar sobre lo verdaderamente importante: cómo vives, cómo te tratas, cómo tratas a los demás. Porque todos enfrentamos desafíos… pero pocos los atraviesan con tanto amor, sencillez y luz como él.